El Frente Progresista no logró un triunfo categórico en Rosario, como en otras elecciones, pero a nivel provincial quedó fortalecido. ¿Qué balance hace del mapa político que quedó después de los comicios?
En la ciudad me animo a decir que fueron las elecciones más complicadas de los últimos tiempos. Pero la evaluación que hacemos es muy positiva. Propusimos una candidata, como Clara García que, aunque tenía una trayectoria muy importante en la gestión, no contaba con antecedentes en el plano electoral. Hubo que hacerla conocer entre los rosarinos. También fue una campaña muy complicada porque se superpuso en una primera etapa con la elección nacional, y después vino la extensa veda de un mes.
También se cruzaron temas nacionales y provinciales, como la inseguridad y la ley de radiodifusión. Por eso, valoro mucho la diferencia de cinco puntos que obtuvo el Frente Progresista en un escenario de dispersión.
¿No teme que la diferencia de cinco por ciento que separa al Frente Progresista del PJ se achique?
Todo lo contrario. No hay ningún motivo para pensar que el peronismo pueda crecer en Rosario. Si no lo consiguió ahora, con todos los sectores unidos, superar esa marca le va a ser muy difícil para ganar en Rosario. Y, por el contrario, creo que el Frente Progresista tendrá la posibilidad de recuperarse. Hay que tener en cuenta que no fue una elección a intendente. Cuando la gente vota para concejal lo hace con mayor apertura porque no está en juego el gobierno de la ciudad.
¿La consolidación del Frente Progresista en la provincia fue más rápida de lo que esperaban?
Esto ocurrió por una buena gestión a nivel provincial y por un debilitamiento del PJ, que está en un período muy complejo. Porque, más allá del resultado muy circunstancial de la elección de senadores, hoy el justicialismo como estructura nacional está en un proceso de fragmentación muy fuerte, con un gobierno nacional que representa a ese partido, y que tiene un amplio nivel de rechazo en la sociedad. Aunque algunos se quieran bajar del barco, la realidad es que el gobierno nacional representa al PJ. Va a haber un castigo social al justicialismo, más allá de la estructura de cada lugar. Y yo no sé si en este momento el peronismo está en condiciones de construir una alternativa en la provincia. Al menos esto no se visualiza, a pesar de que tienen un poder territorial muy importante, que se ve claramente en la Cámara de Senadores provincial y en intendencias y comunas. Pero yo no veo la posibilidad a corto plazo de que el PJ tenga un proyecto provincial con capacidad para retomar el gobierno. Más allá de las debilidades propias del Frente Progresista, esta elección mostró una coalición consolidada, con un desarrollo importante del radicalismo, que –como quedó demostrado– tiene un peso importante. Uno mira el mapa y muchas comunas son de la UCR.
¿Cree que la relación con el radicalismo se va a tensar cuando se empiece a hablar de candidaturas?
En otros tiempos podría pensar que sí, pero ahora creo que se ha avanzado en los últimos dos años y hemos afianzado el vínculo con el radicalismo. Tenemos una buena relación más allá de las diferencias y tironeos que surgen cada tanto. Sería un avance importante la institucionalización de la coalición por medio de la confección de una carta orgánica o un estatuto, como tiene el Frente Amplio en Uruguay o la coalición chilena. En el 2011 se van a discutir los espacios, pero con un nivel de entendimiento alto, porque comprendimos que nos necesitamos mutuamente. Incluso, hay que pensar en la escena nacional. El socialismo y el radicalismo van a ser parte de un proyecto común.
¿Comparte la decisión de Binner de autoexcluirse de la candidatura presidencial de 2011?
Es una decisión personal. Yo lo entiendo, porque tiene una responsabilidad de gobierno en Santa Fe. Cualquier chance en un futuro parte de que debe terminar exitosamente su gestión. El socialismo y Hermes Binner van a jugar de una manera muy importante en el 2011. Hoy el PS es una referencia política nacional muy importante. Después del radicalismo y el peronismo, es el partido que tiene desarrollo nacional. Y que gobierna una provincia importante del país, como es Santa Fe. Y no tengo dudas de que va a jugar un papel clave de una construcción política progresista. Esto no quiere decir necesariamente que Binner esté en la fórmula.
¿Qué factor condiciona una coalición nacional entre el socialismo y el radicalismo?
Va a depender mucho de cómo se termine de rearmar el radicalismo luego de la convención nacional. Habrá que ver cómo se ordenan internamente. Pero creo que si el radicalismo se mantiene en la idea de conformar una coalición democrática y progresista, con un perfil de centroizquierda, no tengo dudas de que vamos a estar en el mismo espacio. Habrá que ver qué hace la Coalición Cívica, ahora que Elisa Carrió volvió de su autoexilio. Y cómo se plantea el resto del escenario.
¿Por qué no funcionan a largo plazo las alianzas políticas en la Argentina?
Es muy complicado armar un espacio de centroizquierda en este país, donde nunca nos pudimos despojar del mal de las internas y del personalismo. Y también existe una gran intolerancia para generar acuerdos y consensos. La interna permanente es un virus argentino. Hay una gran dificultad para poder hacer cosas en común o para encontrar proyectos comunes. Esto se ve en los partidos chicos y grandes. Y en la centroizquierda hay coincidencias programáticas importantes, pero a la hora de los bifes siempre resulta complicado construir un proyecto común. Elisa Carrió tiene una gran capacidad intelectual y personal, pero es una figura que tiene una dificultad muy grande para construir acuerdos y articular democráticamente estos espacios políticos. Ha construido y destruido todos los espacios que generó.